sábado, 8 de agosto de 2015

Perspectiva de mi ciudad




Jueves, 11 de la mañana, Bogotá gris. 

Instrucciones: Observar, no ver. 
Ubicación: Carrera Séptima con Calle 39, edificio Ecopetrol, costado suroccidental.
Tiempo estimado: 20 minutos.

Cuatro estudiantes, algunos transeúntes nos miraban con curiosidad, otros solo seguían de largo, ninguno se quedaba. Dinámico, constantemente en movimiento, así era el lugar donde nos encontrábamos.

Rodeado por la Universidad Javeriana, el Parque Nacional y una zona corporativa al lado del edificio en dirección sur. El paisaje se mezclaba con azul, naranja, beige, gris del cielo y el frondoso verde del parque.  A nuestras espaldas, gris, terracota de ladrillo y colores sombríos donde predominaba el negro de quienes por allí transitaban y quizás un efecto secundario del smog que opacaba el aire.

Al igual que los semáforos que rodeaban nuestro lugar, la vida allí estaba llena de rojos y verdes. Oleadas de gente frente a nosotros que al momento siguiente desaparecían,  nos transportábamos a otro lugar, vacío. Duraba poco, pues junto con el cambio de luz aumentaba el ruido y se reactivaba la actividad. Todo es constante, la ciudad no para y sus habitantes tampoco.

Acróbatas, vendedores, citadinos trabajando, comenzando el día, estudiantes, niños, ancianos, perros, todos en distintas direcciones. Ninguno se toma una pausa para mirar a su alrededor pero como ejercicio para salir de la rutina; todos los días pasamos por los mismos lugares pero nunca nos detenemos a descubrir que nos rodea.

Se acaba el tiempo y nos mezclamos con quienes ya van a la velocidad de la ciudad, cruzamos la calle y nos encontramos de nuevo con el ruido, los carros, carteles y mucho más. Aquí finaliza la observación y volvemos a nuestras actividades, volvemos a ver.



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